a la manera tradicional, hecho en la frenna.
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“Oh, hermanos el Sahara no se vende, mi generoso pueblo rehúsa la esclavitud, no se vende. Cualquiera que nos invada que no dude que será repelido. El Sahara no se vende”.
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antes de la invasión se ha convertido en un ordenado cuarto, a pesar de la precariedad de los campamentos. Pulseras, anillos, frenna, monturas de camellos, utensilios de cocina, metal, madera, piel, adornos en plata para las mujeres, preciosos armarios…
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cuando Ma el Ainin acampó cerca del sepulcro de Sid Ahmed Larosi. Su gente le informó que en las inmediaciones había un lugar en el que abundaban los juncos (smara) y por tanto debía haber agua, el bien más preciado para los nómadas.
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si no tan dulce como sólo puede ser el té del reencuentro, el de la vuelta a la amada tierra de nuestros antepasados. Inchalá, amiga, pronto lo conseguiremos.
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No se llegó a terminar, y varios de los arcos, realizados en las características losas de piedra de las construcciones de la Smara antigua, cedieron y se derrumbaron.
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Habitan en lo que llaman la hamada, en la que tanto hay de calor, tanto hay de sed, tanto hay de hambre, tanto hay de dolor.
*Cuadro: Madi Ahmed
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que había sobrevivido al infierno, que ya nunca más les tendría miedo, le confirmó con orgullo “Sí, ese soy yo”.
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