El beit siempre acompaña al guerrillero, con su fondo de pequeños cuadros verdes y amarillos, y dibujos geométricos de vivo color rojo troquelados sobre un fondo de tela blanca. La parte delantera está adornada con siete kabulas y el broche para cerrar el beit trabajado con profusión de flecos morados.
El relato continúa en Delicias saharauis
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