
La portada del libro es una composición sobre este cuadro que me encanta.
Isla Herne es una sirena bella y triste, secuestrada y a la espera de que sus verdaderos hijos vuelvan a la tierra añorada. Es la delicada joya que adorna a la preciosa Dajla
*Foto de Miguel Jaramillo
El relato continúa en Delicias saharauis
Cuánto añoraba su pequeña península, recordaba el puerto, la brisa del mar, la dorada arena de la playa, las medusas azules que a veces llenaban la playa, los cuentos de sirenas que contaban las ancianas.
*Foto de Miguel Jaramillo
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“Las autoridades marroquíes encabezadas por el pequeño SHARON están derrumbando todo en Dajla, la antigua Villa Cisneros; llaman puntos negros a todo lo que tenga que ver con la ex colonia española”.
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“(...) en la desnudez terrible del desierto sin vegetación, apenas a ochocientos metros, distinguí una ciudad como si fuera de cristal transparente. Ninguna muralla la ciñe, sólo el desierto que por todas partes la acomete”. Michel de Vieuchange
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Torturas, vejaciones, frío, falta de alimentos, palizas, insultos, muerte, terror… Brahim Dahan fue puesto en libertad años después, envuelto en un trapo y pesando 35 kilos.
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Los personajes tradicionales siguen protagonizando los cuentos pero ahora viven en los campamentos, se ocupan de sus coches, compran en comercios y el dinero ha hecho su aparición.
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“Me mataréis, pero no podréis matar mis ideas” clama Aminetu.
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En su primer encuentro pudo ver una mujer joven, de frágil belleza de sultana de las mil y una noches. Delgada y sutil, se esforzaba por sonreír constantemente.
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Pegada a la pared hay una estrecha cama y todavía en la amplia habitación queda espacio para recuperar con cojines y una pequeña colchoneta la disposición de una jaima.
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En aquel maremágnum de coches, cemento y ruido se había gestado la desgracia que casi acabó con ellos y como respuesta allí estaban, envueltos en una marea negra roja y verde, reafirmando con su “voz de fuego y amor” que eran el pueblo saharaui.
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