lunes, 8 de agosto de 2011

Seguía sin encontrar a quien entregar la pulsera hasta que conoció a Rabab en Madrid

En su primer encuentro pudo ver una mujer joven, de frágil belleza de sultana de las mil y una noches. Delgada y sutil, se esforzaba por sonreír constantemente.

El relato continúa en Delicias saharauis

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