sábado, 6 de agosto de 2011

La humilde habitación de Fatimetu se convierte en un palacio oriental por obra y gracia de los objetos que la pueblan



Pegada a la pared hay una estrecha cama y todavía en la amplia habitación queda espacio para recuperar con cojines y una pequeña colchoneta la disposición de una jaima.

El relato continúa en Delicias saharauis

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