“Los campamentos son un sitio odiado y amado al mismo tiempo para mí. Allí está parte de mi familia, mis recuerdos de la infancia, gran parte de mi vida y de lo que soy. Vivo en España, soy una extranjera, y cuando viajo a los campamentos voy a mi casa pero no a mi tierra. Hay algo que me atrae y que al mismo tiempo me hace rechazarlos, no es fácil para mí, no sé muy bien lo que siento”.
El relato continúa en Delicias saharauis
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